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Espasmo del sollozo en niños: qué es, síntomas, causas, prevención

El bebé llora, aguanta la respiración, se vuelve cianótico o pálido: qué hacer con los espasmos del sollozo no amenazantes debidos a la angustia o al dolor emocional.

Los espasmos del sollozo en lactantes y niños (también denominados “apneas afectivas” o “hechizos-apneas”) son episodios en los que el niño tiene un llanto inconsolable y contiene la respiración durante unos segundos.

A veces pierde la conciencia y el tono muscular, hasta que se vuelve cianótico o pálido. Después de unos segundos, todo pasa para el niño, pero deja una sensación de impotencia y pánico en los padres.

Estas apneas son respuestas particulares a una frustración (ira o molestia por una rabieta) o a un dolor intenso y repentino (un golpe o una caída).

¿Qué son los espasmos del sollozo y cómo se manifiestan?

En pediatría, los “espasmos del sollozo” se definen como episodios de apnea en los que el niño deja de respirar, es decir, deja de respirar involuntariamente de forma fisiológica. Se producen como resultado de una experiencia físicamente dolorosa o con un fuerte impacto emocional.

El niño comienza a llorar con un llanto visceral, acompañado de un fuerte estado de agitación que también se alimenta de la melancolía sobre el evento desencadenante.

El dolor o el malestar emocional se vuelve insoportable, tanto que la respiración se bloquea durante la expiración, como si el aire se detuviera en la garganta. Esta apnea puede ir acompañada de una pérdida de conciencia durante un breve período (unos segundos), mioclonías (espasmos involuntarios que afectan a ciertas partes del cuerpo) y abandono del tono postural o de la rigidez muscular. También suele haber eventos de cianosis (color azulado de la piel) o palidez intensa.

Después de unos segundos de apnea, la situación vuelve a la normalidad y el niño vuelve a respirar como de costumbre. En algunos casos, dada la tensión del suceso, puede estar impregnado de una leve debilidad que desaparece después de unas horas o tras el descanso.

¿Son peligrosos los espasmos del sollozo?

La respuesta es inmediata: no. Los espasmos del sollozo no son peligrosos, no causan daños neurológicos, no son síncopes ni ataques epilépticos y tienden a desaparecer con el paso del tiempo.

La claridad de los síntomas permite incluso a un padre inexperto reconocer los espasmos del sollozo, por lo que es relativamente fácil reconocerlos.

Se producen con mayor frecuencia en los lactantes de 6 a 18 meses de edad, con un pico alrededor de los 2 años de edad. En la mitad de los casos, los espasmos del sollozo desaparecen en los niños al cuarto año de edad, mientras que en casi todos los casos cesan al octavo año de vida.

Se estima que los espasmos del sollozo tienen una incidencia del 5% en la población de niños sanos sin otros problemas neuropsiquiátricos, y que existe cierta familiaridad en el 25% de los casos.

Espasmos del sollozo: clasificación clínica en 4 tipos

La literatura médica identifica cuatro formas de espasmos del sollozo, subdivididos por causa, síntomas y gravedad:

1) Espasmos del sollozo simples

Los simples espasmos del sollozo no son preocupantes; su causa más común es la frustración grave (por ejemplo, se burlan de los niños “rebeldes”) o el dolor intenso. El niño contiene la respiración justo antes de exhalar y la recuperación es espontánea después de unos segundos.

2) Espasmos del sollozo cianóticos

Su causa común es una frustración inaceptable, una fuerte ira por una rabieta, una molestia por un reproche, a veces incluso un dolor físico. El niño expresa un llanto agudo, no exhala bien, puede ponerse cianótico en los labios, perder el conocimiento y bajar el tono muscular. Estos episodios pueden durar hasta un par de minutos, a menudo seguidos de un descanso de aproximadamente una hora. Pueden ir acompañadas de hipoxia (falta de oxígeno) o hipocapnia (falta de dióxido de carbono). La recuperación es espontánea con una recuperación completa de las condiciones fisiológicas de salud.

3) Espasmos del sollozo pálidos

Su causa común se debe principalmente a un dolor repentino, secundariamente a un evento desestabilizador de sorpresa o miedo. En este tipo de espasmo, el llanto es casi inexistente, la respiración se bloquea, la tez se vuelve pálida y se pierde el conocimiento probablemente debido a la estimulación vagal, hay rigidez muscular. El episodio dura aproximadamente un minuto, después del cual el niño vuelve a estar alerta.

4) Espasmos del sollozo complicados

Se trata de una forma más compleja y grave de espasmos cianóticos y pálidos, a los que se añaden crisis convulsivas.

Las causas de los espasmos del sollozo

Los espasmos del sollozo siempre tienen una motivación en un evento desencadenante externo, físico o emocional, que causa un dolor o una emoción grave. Entre ellas figuran la ira, la frustración, la molestia por estar molesto, el miedo repentino, la sorpresa inesperada, la fuerte desilusión por un capricho no cumplido, la incomodidad física por un dolor inesperado e imprevisto.

En los lactantes, los episodios de apneas afectivas pueden producirse automáticamente como una respuesta inconsciente a las molestias experimentadas. En los niños mayores, en cambio, pueden ocurrir como respuesta a un capricho insatisfecho o a una fuerte frustración que no se puede afrontar de forma positiva.

El refugio en el espasmo del sollozo representa la presunta solución del niño al problema externo: “Si me comporto de esta manera tan descarada, estaré satisfecho”.

Por lo tanto, podría entenderse como un “acto demostrativo” para llamar la atención sobre uno mismo.

La diferencia predominante con las enfermedades neurológicas como las cardiopatías o la epilepsia, por ejemplo, es que en los espasmos del sollozo siempre existe una relación con un desencadenante referida a un único evento externo identificable.

Las crisis epilépticas, en cambio, se producen en momentos de tranquilidad, sin relación con una incomodidad causada desde el exterior.

Espasmos del sollozo: cómo intervenir

En el caso de los niños, es posible interrumpir la crisis adoptando algunos pequeños y simples estímulos capaces de reactivar la respiración. Soplar en la cara, chasquear unas gotas de agua en los ojos, poner un pequeño trozo frío en la frente o aplaudir con las manos junto a las orejas son pequeños gestos muy útiles. ¡Es importante no sacudir nunca al niño!

En el caso de los niños mayores, sin embargo, además de estos estímulos, es necesario trabajar en la esfera emocional, adoptando una actitud tranquila y silenciosa que no muestre ansiedad o preocupación.

La impresión de “tener todo bajo control” le dará al niño “el sentido y la medida” de su reacción desproporcionada. Le hará comprender, por lo tanto, que su excesiva exteriorización no es la clave adecuada para catalizar sobre sí mismo la atención de los demás.

Durante el espasmo, además, hay que evitar repetir o reforzar la causa del propio episodio (sorpresa, susto, dolor, frustración). Sólo cuando la crisis haya terminado y la normalidad haya vuelto, se podrán reanudar las reglas de la rutina diaria.

Cuidando de evitar, al menos delante del niño, que el evento se destaque ante el mundo exterior (hermanos o hermanas, parientes, profesores, amigos, etc…).

Espasmos del sollozo: estrategias educativas

Los espasmos del sollozo representan respuestas mal manejadas por el niño a estímulos externos que son mal recibidos. Para prevenir estos episodios, es mejor adoptar una estrategia educativa “suave”, evitando provocar la exasperación del niño o buscar la confrontación o el desafío.

En el caso de las rabietas, más que fosilizarse en las propias posiciones, sería útil tratar de distraer al niño con propuestas alternativas o diferentes maneras de consolarlo. Una vez superada la crisis, es aconsejable no ceder al capricho que desencadenó la apnea: se trata de evitar apoyar el “chantaje” del niño hacia el padre.

Ciertamente no es con el llanto excesivo y las manifestaciones excesivas que se obtiene lo que se quiere!

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