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Berrinches de los niños: 5 reglas de oro para manejarlos con éxito

Cómo lidiar con las rabietas de los niños, desde recién nacidos hasta los 3 años: si no quiere dormir, si siempre dice que no, si no quiere vestirse, si llora y grita en las tiendas o si siempre quiere estar frente al televisor. Consejos útiles para aprender a calmar y resolver el berrinche con serenidad y autoridad.

Aprender a lidiar con las rabietas de los niños puede parecer a veces una tarea hercúlea incluso para los padres más tranquilos. Porque un niño que hace un berrinche está fuera de control: gritos, llantos y lágrimas, correr (de los niños) y perseguir (de los padres) en lugares públicos, quizás con mil peligros alrededor.

La sensación de frustración y estrés de las madres y los padres aumenta drásticamente y, a veces, se descarga directamente sobre los propios niños.

Hay métodos y estrategias para que todo vuelva a la normalidad, aunque siempre hay que recordar que las rabietas son parte del crecimiento natural del niño. ¡Y así es!

¿Qué representan las rabietas de los niños?

Argumentativo, terco, obstinado, rebelde, subversivo. ¡Casi a propósito! Los niños que hacen berrinches tratan de expresar una necesidad que tienen y usan la forma más espontánea que pueden para demostrarla. La rabieta es, a todos los efectos, una forma de comunicación disponible para el niño. De hecho, ningún niño hace un berrinche cuando está solo. Los berrinches encuentran su razón de ser en la relación con el otro. Además, los berrinches casi siempre surgen por “razones fútiles” detrás de las cuales siempre hay una razón consistente que merece ser entendida y tomada en consideración.

Detrás de las rabietas, de hecho, se encuentra la maduración de la necesidad de los niños de afirmar su autonomía. Los niños hacen berrinches porque crecen, toman conciencia del mundo que les rodea, descubren y desarrollan roles y relaciones dentro y fuera de la familia, y comienzan a descubrir su propia identidad. Esta delicada transición tiene lugar precisamente a través de una herramienta muy poderosa a su disposición: la rabieta.

De hecho, las rabietas se producen con mayor frecuencia entre los 2 y 3 años de edad, y luego en la adolescencia temprana. Estas son precisamente las dos principales etapas de desarrollo en las que se percibe y se manifiesta de manera perturbadora la necesidad de independencia. Se trata de tomar conciencia de la voluntad de afirmar las propias necesidades y de tener, en cierta medida, los medios para hacerlo.

Afirmar una necesidad significa ser reconocido en la propia identidad y autonomía, comenzar a percibirse a sí mismo y ser percibido como una persona por derecho propio, independiente.

En esencia, se siente una necesidad y se intenta hacerla valer. Intrapresencia, autonomía, espíritu de independencia, instinto de descubrimiento, socialización, intercambio relacional, reglas: todos estos son conceptos que a veces se pueden demostrar con una rabieta.

Estrategias y métodos para el manejo de las rabietas en los niños (12-36 meses)

Los niños de 1 a 3 años han adquirido sus primeras autonomías: pueden caminar solos, son capaces de hacerse entender con palabras, han aprendido a conocer y reconocer las actitudes y emociones de sus padres. A partir de estos tres puntos fuertes de su hijo puede resolver las rabietas más comunes.

Berrinche #1: “No, no quiero”.
Regla de Oro #1: Racionalidad

La clara negativa a hacer algo a menudo resulta en una clara negación, en un llanto incontrolable y en que el niño se “congele” y no se mueva de donde está, tanto que hay que levantarlo como una bolsa pesada. Lo primero que hay que hacer es llevar todo a lo razonable y luego explicar con calma por qué es necesario llevar a cabo la actividad en cuestión. El ejemplo típico es la relación entre los niños y los medicamentos (tomar jarabe, medir la fiebre).

La rabieta hecha de gritos, llantos, patadas y puñetazos puede ser resuelta con racionalidad. Lleve al niño a un lado, explíquele por qué se siente enfermo, ofrézcale la oportunidad de sentirse mejor tomando el medicamento en cuestión, cuando sea posible “modifíquelo” (con zumo o puré de frutas, por ejemplo) haciéndolo más dulce, curioso y divertido. Explicar el por qué de las cosas es siempre gratificante.

Capricho nº 2: “¡Pero yo lo quiero!”
Regla de Oro #2: Suave firmeza

La voluntad decidida de su hijo encuentra su mayor expresión en la perturbadora frase “¡Lo quiero!” repetida de forma iterativa, con un tono de voz exponencial y lágrimas de llanto. A menudo ocurre en las tiendas, delante de muchas otras personas, de modo que el niño, para ser más notorio por el padre, además de gritar con lágrimas, también decide tirarse al suelo.

La estrategia a adoptar en estos casos es sólo una: ser dulce, pero ser firme. Nunca dé nalgadas, grite en la cara, regañe en voz alta a su hijo porque no es por los demás por lo que tiene que ser entendido (malo), sino sólo por su hijo (bueno) de una manera incisiva y positiva. Un tono de voz dulce pero firme, una mirada severa pero comprensiva, acciones concretas y siempre educadas le ayudarán a salir del atolladero del momento y a convencer a tu hijo de que se rinda. Hasta la próxima juguetería, por supuesto.

Capricho #3: Ella no quiere vestirse por la mañana
Regla de Oro #3: Comprensión

Ir a la guardería temprano en la mañana puede ser incómodo para un niño pequeño, aunque es necesario si los padres trabajan y no tienen una persona de confianza para cuidarlos durante el día. Puede suceder que el niño haga un berrinche por la mañana haciendo que “vestirse” sea un gran esfuerzo. Empieza a saltar de un lado a otro de la cama, corre alrededor de la casa o se acuesta en el suelo, se esconde detrás de las puertas. El niño probablemente preferiría estar en casa con su madre que en el frío para ir a la guardería.

La mejor regla para manejar esta “solicitud” es la comprensión. Le pasa a cualquier padre que se despierta todavía cansado y no tiene ganas de salir al frío, subirse al coche y conducir al trabajo, pasar 8 horas con extraños. Lo mismo ocurre con los niños, pero con una diferencia abismal y muy importante: son pequeños y todavía tienen una necesidad extrema de atención materna y, en general, parental.

Sentarse por un momento en la cama junto a ellos, abrazarlos, animarlos acerca de su amor por ellos, abrazarlos, decirles que entiende sus emociones, explicarles por qué sus padres van a trabajar y asegurarles que usted será lo más rápido posible para recogerlos de la guardería es la clave correcta para resolver la situación de una manera amorosa.

Capricho #4: No se va a dormir
Regla de Oro #4: Serenidad y Ritualidad

Las rabietas antes de acostarse son muy comunes y son una fuente de agotamiento agotador para los padres. Hay algunos niños que literalmente “luchan contra el sueño” cuando sienten que el cansancio se acerca. Lloran inconsolablemente, o permanecen despiertos y alerta incluso cuando las luces están apagadas porque no aceptan la llegada de la hora de dormir con alivio. A menudo estos niños también lloran cuando se despiertan.

La regla para resolver esta situación es crear un ambiente sereno y relajado, adoptando algunos “rituales” que ayuden al niño a percibir la hora de dormir como una parte natural del día en lugar de un evento a rechazar. Cepillarse los dientes, ponerse el pijama, leer un cuento de hadas, dejarle meter las sábanas y, finalmente, darle un beso de buenas noches puede ser un “ritual” de bienvenida.

Capricho #5: Quiere estar frente al televisor o en tu celular todo el tiempo.
Regla de Oro #5: Sociabilidad

Cuando enciende la televisión o coge un teléfono móvil, su hijo deja de relacionarse con el mundo y se vuelve casi dependiente de las herramientas digitales. Es obvio que esto no es bueno por varias razones: todavía es demasiado joven para el teléfono móvil, ver la televisión durante demasiado tiempo es malo para él, tenemos que ver la calidad de los dibujos animados.

Más sencillamente, el niño hace una “rabieta digital” porque no se dedica a otras actividades más adecuadas a su edad y siente un vacío que no sabe cómo llenar.

La solución se aplica llenando el vacío. Ofrecer una alternativa sociable es siempre la alternativa correcta al teléfono móvil: un juego para jugar juntos, un vertido de harina mientras mamá carga el lavavajillas, una salida al parque. Nunca molestes al niño haciéndole sentir ansiedad mientras está viendo la televisión. Es mejor dejarle entender cómo piensa organizar el día. “Ahora mira este muy bonito dibujo animado, luego cuando termine apagaremos la televisión e iremos a jugar juntos” será la frase más adecuada para la situación que el niño pueda escuchar de un padre.

Estrategias y métodos para controlar las rabietas en los lactantes (0 a 12 meses)

Los bebés son “personas muy pequeñas” con necesidades importantes que aún no pueden expresar a través del lenguaje hablado. Sin embargo, hablar de berrinches en los bebés puede ser prematuro. Los bebés de 0 meses a poco antes de cumplir un año tienen necesidades y requerimientos que deben ser considerados como tales, y no confundirlos con vicios o berrinches.

Acunar a un bebé en tus brazos, acariciarlo, acariciarlo, tomarlo en tus brazos si llora son manifestaciones paternales instintivas, y sobre todo maternas, que sirven para cimentar el vínculo con mamá y papá desde los primeros meses de vida. El bebé necesita sentir la presencia de sus padres y, si llora, la razón se encuentra en una necesidad del momento, no en un capricho.

Esas manifestaciones, comúnmente llamadas “berrinches”, de hecho, comienzan poco antes de que se cumpla el primer año. Incluso en este caso, hay algunas reglas de oro que establecer para que el niño pueda aprender a escuchar a sus padres y a sí mismo.

Regla de oro #1: Empatía

Un niño tan joven no sabe cómo expresarse en el lenguaje cotidiano. Depende de ti percibir o intuir precisamente lo que más necesita. Es una “noción” que se aprende a través de la experiencia, pero no sólo eso. Toda madre que ha dado a luz a un niño es capaz de sentir, casi “por la piel”, la razón del llanto de su hijo. Se necesita una mente abierta, empatía y un fuerte sentimiento de amor maternal, en el que las madres naturalmente sobresalen.

Regla de Oro #2: Abrazos

Los bebés tienen una necesidad visceral de esto. A menudo un llanto se calmará más con una dosis suplementaria de caricias, que leyendo el perfecto manual de mamá.

Regla de Oro #3: Firmeza

Todo niño necesita unas cuantas reglas claras y firmes. Siempre deben ser puestos de forma amorosa y nunca como imposiciones, sino como consejos útiles que deben ser seguidos y respetados para una vida mejor.

Regla de Oro #4: Sonríe

Los niños requieren vivir en un ambiente sereno y pacífico y les encanta estar rodeados de sonrisas sinceras. Hablarles con una expresión sonriente y serena sirve para hacerles saber que lo que mamá propone se hace con buenas intenciones. Es tranquilizador para todos los niños y ayuda a construir la autoestima en su mejor momento.

Regla de Oro #5: Relación madre-hijo

Todos los padres deberían aprender que depende de ellos mismos establecer límites y aclarar los roles. Nunca te pongas a la altura de los niños y nunca impongas límites absurdos que sean difíciles de respetar para cada miembro de la familia. Construir una relación saludable entre madre e hijo reduce la posibilidad de que se produzcan excesivos berrinches en el futuro.

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